Elisa Aprende a escuchar a su hijo

© Roberta Maso-Fleischman, Ph.D.

Elisa ya no sabe que hacer, Daniel y Juan, los mellizos, de 4 años, necesitan mucha atención de su parte y Pablito, el hijo mayor de 8 años, quien había estado sacando buenas notas en la escuela parece tener problemas y las notas han bajado.

En la escuela de Pablito le ofrecen a Elisa la posibilidad de asistir a un grupo para compartir con otras madres y aprender cosas nuevas para que les ayuden con sus hijos. A Elisa le gusta el grupo y además hay cuidado de niños para las madres con niños pequeños y puede dejar a los mellizos allí. En una de las sesiones la facilitadora de grupo dividió a las madres en parejas y les dijo que una iba a ser la madre y la otra el hijo o hija. El ejercicio consistió en que el hijo/a le traía un problema a la madre y los dos tenían que conversar hasta encontrar una solución. Al terminar el ejercicio, muchas de las señoras que hicieron el papel de madres, se dieron cuenta que no sabían escuchar y que en vez de conversar con sus hijos terminaban por dar un sermón. Y las señoras que en el ejercicio tomaron el papel del hijo terminaron por sentirse mal, frustradas e incomprendidas porque nadie las había escuchado.

La facilitadora hizo otro ejercicio con las madres enseñándoles a escuchar. Esta vez las señoras que tomaron el papel del hijo terminaron por sentirse realmente tomadas en cuenta y comprendidas.

Elisa regresó a su casa motivada y quiso poner en práctica lo que aprendió en el grupo. Al llegar Pablito del colegio Elisa lo notó desanimado y triste. Elisa le preparó la merienda y después lo invitó a sentarse junto a ella para conversar acerca de los sucesos del día. Paro antes puso el video favorito de los mellizos en el VCR de manera que ellos estuvieran entretenidos y no interrumpieran cuando ella estuviera conversando con Pablito.

Elisa y Pablito se colocaron frente a frente de manera que los ojos de Elisa estaban a la altura de los ojos de Pablito y se podían mirar. Elisa le preguntó que le había pasado en la escuela y Pablito le dijo que una niña, Rosa Bermudez, lo acusó con la maestra de haberse copiado de Manuel y no era verdad. Elisa repitió lo que dijo Pablito, “que Rosa Bermudez, te acusó con la maestra por haberte copiado de Manuel y esto no es verdad.” Pablito asintió con la cabeza. Entonces Elisa le preguntó a Pablito que cual era la solución para él. Pablito respondió: “No se”. Elisa tenía la solución pero con gran esfuerzo se quedó callada (normalmente ella hubiera mirado el reloj, dicho cual era la solución y se hubiera sentido satisfecha de haberle dado la solución a su hijo y allí hubiera terminado la “conversación” con Pablito). Esta vez, Elisa motivó a Pablito a que el pensara en una solución. Después de uno intentos Pablito dijo que iba a hablar con la maestra y explicarle que sí se había fijado en el cuaderno de Manuel pero no para ver los resultados de las sumas sino para ver una calcomania (sticker) muy divertida que Manuel había pegado en la página y también le iba a decir a la maestra que le podía preguntar por las sumas hasta 6, que él sí se las sabía. De nuevo Elisa repitió lo que había dicho Pablito y el asintió. A Elisa le pareció que la solución de Pablito era una buena solución y se sintió orgullosa de él y le dijo: ”Pablito cuando te veo así tan preocupado y triste yo me siento triste también, pero ahorita, después de que hablamos, me siento contenta y muy orgullosa de ti porqué pensastes en una buena solución. Y lo que me gustaría es que en cualquier momento que necesites hablar conmigo me busques. Yo se que he estado muy ocupada con Daniel y Juan y la casa, pero quiero remediar eso.” Lo abrazó y le dió un beso. “Pablito, te quiero mucho, mucho.” Pablito se sonrió contento.

A continuación encontrarán los pasos a seguir para este ejercicio.

Ejercicio para Escuchar a Nuestros Hijos

  • Aparte tiempo para esta conversación. Si anda apurada o irritada, ni lo intente.
  • Pregúntese a Ud. misma si está dispuesta a conversar con su hijo/a.
  • Encuentre un lugar donde pueden estar los dos sentados.
  • Es importante que estén al mismo nivel para que se puedan mirar a los ojos.
  • Una excelente manera de darse cuenta si Ud. ha entendido lo que su hijo/a le ha dicho es que Ud. repita en sus propias palabras lo que su hijo/a acaba de decirle y le pregunte a su hijo/a si eso fué lo que dijo.
  • No interrumpa.
  • Cuando Ud. no entienda algo, pídale a su hijo/a que aclare, pero no lo bombardee con preguntas.
  • Trate de reconocer lo que está sintiendo su hijo/a al hablar del tema.
  • Exprese lo que Ud. piensa que él/ella está sintiendo. Dígale que Ud. lo nota “triste” o “con rabia”, etc. Esto le va a ayudar a su hijo a reconocer e identificar sus sentimientos..
  • Si tienen que encontrar una solución, pregúntele a su hijo/a cuál sería según él/ella la solución. Deje que él/ella hable de la solución antes que Ud.
  • Repita en sus propias palabras la solución que dió su hijo/a y luego pueden conversar entre Uds. acerca de lo acertado de la solución o si habría que modificarla.

Si sigue estos pasos va a poder entablar una buena conversación con su hijo/a. Una conversación en la cual se escuchan mutuamente y pueden trabajar juntos hasta llegar a una resolución del conflicto o del problema. Y los dos se van a sentir tomados en cuenta e importantes el uno para el otro.

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Para conversar con un hijo hay que aprender a escuchar. Aparte tiempo, siéntese frente a frente, repita lo que el hijo dice para estar segura que escuchó atentamente. Permita que el hijo de la solución al problema. Déle confianza. Al final de la conversación los dos se sentirán tomados en cuenta.

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