Somos padres y educamos a nuestros hijos.
El educarlos significa que internalicen ciertas normas, las
cuales van a ayudar a que nuestros hijos se conviertan en
un seres sociales, útiles y productivos y que la familia
a la cual pertenecen funcione bien. Queremos que nuestros
hijos acepten e internalicen ciertos valores, o sea, que acepten
adoptar ciertas conductas positivas como, por ejemplo, acostarse
a cierta hora, hacer las tareas asignadas por el colegio,
recoger el dormitorio, cepillarse los dientes, ducharse, ser
ordenado con su ropa y sus juguetes, etc.
Como siempre, hay distintas
maneras para lograr esto. Una manera es buscar la cooperación
de nuestros hijos, hacerlos sentir que son parte de un grupo que
los quiere, la familia; que los valoramos como personas; y que para
que la familia este contenta y funcione bien es importante que ellos
cooperen y asuman ciertas responsabilidades. Otra manera de lograr
que ellos cumplan con ciertas tareas es utilizar la recompensa.
El método de la cooperación
y responsabilidad requiere tiempo, paciencia, interés y esfuerzo
por parte de los padres. Requiere que los padres piensen en su familia
como en un equipo, un grupo, donde todos tienen un rol que cumplir,
donde todos los roles son igualmente importantes, donde cada persona
en este equipo es valiosa y su cooperación necesaria para
lograr el bienestar de la familia. Y en la medida en que los miembros
de esta familia crecen y florecen así mismo progresa la familia
y viceversa.
La recompensa, en cambio, es
un método que no implica mucho esfuerzo por parte de los
padres. Los padres fiscalizan y otorgan la recompensa. La recompensa
como el castigo, son instrumentos del sistema autocrático.
E, igual que el castigo, la recompensa es cómoda, práctica,
rápida y efectiva para controlar la conducta de nuestros
hijos. Además, como la recompensa en si se trata de algo
placentero y agradable, esto hace que este método sea considerado
muy aceptable y por esta razón sea utilizado con mucha frecuencia.
¿Pero qué ocurre
cuando premiamos o recompensamos la conducta de nuestros hijos?
Primeramente, nuestros hijos cumplen con la conducta únicamente
para obtener el premio o recompensa prometida. En otras palabras,
estamos acondicionándolos a que actúen "bien"
únicamente para recibir la recompensa. No los estamos educando
a comprender e internalizar el valor de la "buena" conducta,
o porqué esta conducta es beneficiosa para la convivencia.
o para ellos como personas. Les estamos enseñando que su
conducta positiva tiene un precio y nosotros estamos dispuestos
a pagar por ella. Como indica Rudolf Dreikurs, con el método
de la recompensa la actitud de materialismo crece monstruosamente,
no hay forma de satisfacer su apetito de adquisición. Se
ha establecido un valor totalmente falso, pues el niño asume
que el mundo le debe. Y no solo esto, sino que cuando el niño
no recibe una recompensa de acuerdo a lo que él esperaba
o estimaba, esto lo va a llenar de rabia o tristeza.
Es importante aclarar que en
el método de la cooperación y responsabilidad también
existe una especie de recompensa. La recompensa en este caso está
en la sonrisa de aceptación de la madre cuando el hijo asume
y cumple con alguna responsabilidad; la mirada orgullosa del padre;
el sentirse a la par con los hermanos mayores; el sentirse como
un miembro valioso y querido de la familia; el sentir que pertenece
y que es querido.
Veamos unos ejemplos.
Los Hijos de Margarita
Margarita tiene 4 hijos entre
los 7 y 11 años. Margarita trabaja medio día, o sea
que, en la tarde, cuando los niños regresan de su escuela,
ella está en la casa. Margarita tiene una bombonera, llena
de chocolates de diferentes marcas. Si los niños han comido
bien, ella les reparte chocolate. Al terminar las tareas de la escuela,
ella les da chocolate. Por las mañanas, a los que han ordenado
su cama les da chocolate. Cuando sale al supermercado siempre anda
buscando marcas nuevas de chocolatitos para colocar en la bombonera.
El esposo de Margarita está muy contento con ella y como
funcionan las cosas en su familia.
Como animalitos de laboratorio,
los hijos de Margarita trabajan para la recompensa. Y algunos de
Uds. dirán, "Pero si funciona, ¿porqué
no?" Porqué con este método los niños
están aprendiendo que cada tarea o responsabilidad tiene
un precio y van a asumir la responsabilidad si hay retribución.
Este método refuerza lo individual y no el sentido de grupo
o de familia. Las responsabilidades se asumen por la recompensa
y no porqué el vivir en familia requiere que cada uno coopere
con la familia y asuma sus responsabilidades.
Los Hijos de Pedro y Adriana
Pedro es hijo único
y Adriana proviene de una numerosa familia donde todos colaboran
y se ayudan. Desde novios, cuando hablaban de tener familia, Adriana
y Pedro estaban de acuerdo que querían crear el mismo ambiente
que existía en la familia de Adriana.
Los primeros hijos de Pedro
y Adriana fueron Juan y Felipe, con un año de diferencia.
Desde un inicio Pedro y Adriana se tomaron el tiempo de enseñarles
a sus hijos a guardar sus juguetes y luego a ordenar su habitación.
Felipe, el que nació de último, era más lento
y un poco más rebelde. Así que sus padres esperaron
que él, a su manera y discutiendo, cumpliera con sus tareas.
Desde el principio, cada vez que cada uno de los niños cumplía
con lo esperado sus padres lo felicitaban, o lo miraban complacidos.
Los niños se sentían tomados en cuenta, estimulados
y deseosos de agradar a sus padres. Y Felipe sabía que sus
padres estabn dispuestos a escucharlo cuando el no estaba de acuerdo
con alguna tarea. A medida que fueron creciendo Pedro y Adriana
les explicaron que todos en la familia tienen cosas que hacer y
revisaron cuales eran las tareas de cada quién. Felipe cumplía
con sus responsabilidades pero seguía haciéndolo a
su manera, seguramente para diferenciarse de su hermano mayor. Cuando
Felipe tenía 5 años nació Elena. El criar a
Elena resultó tan fácil para Pedro y Adriana que se
reían sorprendidos. Elena se insertó fácilmente
en el ambiente de cooperación, de estimulo y de responsabilidad
que ya existía en la familia. Y Felipe, sorprendió
a sus padres al demostrar un gran afecto por su hermanita y un gran
deseo de cuidarla y de jugar con ella.
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